HOMÚNCULO
Un homúnculo es un diminuto ser creado artificialmente en
un laboratorio.
La creación de estos seres se produce a través de un
ritual en el que se necesita material genético del creador, normalmente sangre
y algún trozo de piel, que se mezclan con una poción especial a base de
arcilla, cenizas, raíces de mandrágora y agua de manantial.
El resultado es un clon idéntico en forma al creador,
pero de unos 8 centímetros de altura.
Los creadores suelen ser alquimistas o magos que usarán
al pequeño ser como ayudante de laboratorio o como sirviente. También existen
homúnculos que han sido usados como espías y mensajeros, aunque esto es más
difícil ya que la mayoría de los homúnculos hablan un lenguaje propio que sólo
el creador comprende.
La relación creador-homúnculo es muy estrecha, con una
gran empatía que permite al creador saber si el homúnculo está triste, herido,
furioso o alegre. Suelen desarrollar también un cierto grado de telepatía.
Estos seres se alimentan de la sangre de su creador y
necesitan beberla todos los días al menos 3 veces. Para succionar la sangre
perforan el pezón de su amo y se alimentan durante la noche, mientras éste
duerme.
Si el creador muere, el homúnculo también lo hace, ya que
sólo la sangre de su amo puede alimentar al diminuto ser. Suelen ser seres muy traviesos, algo torpes y, a veces,
son más un estorbo que una ayuda en el laboratorio. Su carácter y personalidad
son muy parecidos a los del creador. Si el mago es malvado o benevolente, el
homúnculo también lo será.
Podría decirse que otra función del homúnculo es actuar
como “perro guardián”. Necesitan dormir muy pocos minutos, así que pasan la
noche dando vueltas por el laboratorio y
vigilando. Si se ven amenazados son capaces de escupir una especie
de fango venenoso como defensa, al que su amo es inmune.
El primer homúnculo que se conoce en la historia fue el
fabricado por Paracelso, que quería demostrar que la arcilla es el extracto del
que nacen todas las cosas y, también, el cuerpo humano.
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